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. .,.. ¿Podemos nosotros imitar esto? Sí, lo po– demos porque por la gracia santificante par– ticipamos de la filiación divina ele Cristo; por ella todas nuestras obras se elevan a un orden sobrenatural y quedan como diviniiadas en su origen, de ahí que se llamen deifarmes. Pero para ello debemos además desposeer– nos de nuestra personalidad para entregar– nos completamente a la influencia de la gra– cia y a vivir en una dependencia absoluta de Dios, y una unión perfecta con Dios que será la síntesis de nuestra semejanza con Cristo, convencidos de que nuestras debilidades, nuestras miserias co impiden tanto nuestra unión con Dios, cuanto esa actitud habitual del alma que quiere guardar en todo la pro– piedad de sus obras. Dios no nos pide que aniquilemos nuestra personalidad, pero sí nos pide que la rinda– mos incondicionalmente a su divina majestad y es entonces cuando realmente podremos de– cir: "Vivo ego, jam non autem ego sed Christus in me vivit": "Y ,yo vivo, o más bien no soy yo el que vivo; sino que Cristo vive en mí" (Ep. a los Gálatas, IX, 20)., por una imitación completa de Jesucristo. 68

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