BCCCAP00000000000000000001219

"dadero, físico aunque espiritual que nos "eleva de raza para la adopción divina 'V por "esa cualidad podemos disfrutar en la tierra "de las luces de la fe, muv superiores a las -,. "de la razón y poseer a D1os en el cielo/por "la visión beatífica y un amor ptoporcionádo "a la claridad de esta visión". (C. Marmión, Jesucristo, vida del alma). · · Cierto que la vida divina, no es en nos– otros más que una participación, una seme– janza como dice Santo Tomás: "participata similitudo divinae naturae", una semejanza que no nos convierte en dioses, pero sí en seres deiformes o semejantes a Dios. También es muy cierto,· que no es una fic– ción, sino una realidad, una vida nueva, no idéntica, sino semejante a la de Dios y q_ue según atestiguan los Santos Libros, supone una nueva generación o regeneracíon: "Quien no renaciere del agua y del Es:_píritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios". (San Juan, III, 5). Por eso el bautismo es llamado el sacra– mento de la regeneración, porque nos hace nacer a la vida de la gracia, a la vida divina. La grac_ia de la adopción divina no es, vues, una ficción ... , es una realidad. Y por ser la vida sobrenatural una parti– cipación de la vida de Dios, en virtud de los méritos de Jesucristo, defínese la vida de Dios en nosotros, o la vida de Jesús en nos– otros. 36

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz