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biar de vida y llegar a amar a Dios con de– seos de perfección. Ocurre lo mismo con muchas personas mundanas que ansían evitar el pecado mor– tal, pero no tienen deseos sinceras de adelan– tar en la virtud y, por tanto, no son consi– derados como pertenecientes a este primer gradQ de la vida espiritual. Con frecuencia se observa además en las almas de la vía purgativa algúñ afecto al pecado venial deliberado. Esos incipientes aborrecen el pecado grave, pero no del todo el pecado leve en el cual se deslizan a menudo. No es de extrañar; todavía no han con– seguido sujetar del todo sus pasiones. Los convertidos que después ele pecar, se volvieron ele corazón a Dios y los tibios que habiéndose dado primeramente a lá piedad y aun adelantado en ella, cayeron en la re– lajación y tibieza, necesitan someterse a la dura tarea ele los ejercicios de la vía pur– gativa. La vía purgativa envuelve el concepto tan– tas veces repetido por San Pablo de la lucha del hombre viejo según Adán (conjunto de inclinacior.es desor.denadas que cada uno experimenta en sí mismo) v el hombre nuevo según Jesucristo (cristiano que domina sus propias inclinacione~ conformándose con la vida de Jesucristo) o sea la guerra que la 29
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