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crito en vuestra Ley: Yo dije, dioses sois?": "Ego dixi dii estis" (S. Juan, X, 34). Este es aquel admirable misterio de la di– fusión de la vida sobrenatural, que el gran .,. Apóstol no cesaba de predicar llamándole el misterio de Cristo... "el misterio escondido "a los siglos y a las generaciones pasadas, "pero revelado a los santos; es decir, el mis– " ferio de Cristo en nosotros". (Ep. a los Co– losenses, I, 26). HIJOS ADOPTIVOS Vamos a ver cómo se realiza este misterio inefable. Mirad la escala de lo;; seres de la naturaleza: en primer lugar está el mineral que no vive, ni tiene dentro de sí el principio de vida interior, fuente ele actividad ;, viene luego una planta cualquiera: vive, se desarro– lla con leyes fijas hacia la perfección de su ser, pero sólo tiene vida vegetativa porque la planta no posee conocimiento ; en tercer lu– gar está el animal que aunque superior a la planta, su vida está limitada a la sensibilidad y al instinto ; llega el hombre y con él subi– mos ya a una esfera más elevada: la razón y la voluntad libre caracterizan la vida del ser humano, pero el hombre es todavía com– puesto de materia y espíritu ; por encima de él está el ángel, espíritu puro, cuya vida se– ñala la cumbre en los dominios ele la creación y por fin, infinitamente por encima de todas esas vidas creadas y participadas existe la I2
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