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patrimonio de sus tierras, pidió ser admitido como Hermano Lego en la Orden Capuchina. Pasado el tiempo de probación vistió el hábito re– ligioso el 17 de Setiembre de 1851 con el nombre de Fray Conrado, y hecha al año siguiente la profesión simple, fué destinado) Altotting, como portero del Convento de Sta. Ana, el más importante de la Pro– vincia, no solo por ser residencia de una numerosa Comunidad, si que también por las numerosas pere– grinaciones (más de 300.000 peregrinos al año) que allí acuden a venerar en su antiquísimo Santuario la milagrosa imagen de la Virgen. Una de las obligaciones más fatigosas del portero era el cuit.!ado de los pobres, que todos los días en gran número iban a llamar a la puerta del Convento. Unos eran fijos, a saber, los pobres de la ciudad, es– pecialmente niños, que según la costumbre del país, iban a buscar el pan para su familia: otros eran am– bulantes, pobres de todas las creencias, de distinta educación, obreros sin trabajo, ociosos de oficio, y con frecuencia pobres importunos y siempre descon– tentos. Por fín había los pobres devotos, los cuales muy numerosos, acudían en grupos a pedirle reco– mendaciones y ayuda en cosas las más disparatadas. Fray Conrado recibía a todos con bondad y dulzura, a todos daba generosamente y a todos satisfacía con puntualidad y solicitud: y era admirable cómo jamás le llegó a faltar el pan y cómo él solo podía atender a tantos y tan diferentes asuntos, -G -

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