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José Javier Azanza López 284 Príncipe de Viana (PV) , 254 (2011), 277-298 ISSN: 0032-8472 [8] Figura 1. Alciato, Emblematum libellus , « Vis amoris » (La fuerza del amor). A la voluntad divina se suma la Ley de Dios en su guía a los hombres para que se dirijan por el camino de la salvación. Alciato vuelve ser una vez más la referencia, en este caso a través de su emblema « Qua Dii vocant, eundum » (Que hay que ir por donde los dioses nos dicen) que muestra al dios Mercurio en una encrucijada, donde lo colocaban los antiguos para que señalase el verdadero camino, elevado sobre un montón de piedras que dejaban los viajeros en señal de agradecimiento (fig. 2 ). Pues bien, la relación que establece Alciato entre el personaje mitológico y las piedras de las que se sirve en su cometido de guía, es reinterpretada por Bretos en clave cristiana como metáfora de la Ley divina que muestra al hombre la senda correcta. No en vano, la ley del Antiguo Testamento quedó grabada en las dos tablas de piedra con los diez Mandamientos que Yaveh entregó a Moisés en lo alto del Sinaí; y también Cristo asienta sobre una roca su Iglesia («Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia», Mateo, 16 , 18 ), a la que hace depositaria de la Ley Divina. Es Dios por tanto quien nos enseña el camino correcto a través de las piedras de la Divina Ley  21 . 21  Ibid. , p. 540 .

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