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Manifestaciones de la cultura emblemática del barroco en Navarra Príncipe de Viana (PV) , 254 (2011), 277-298 281 ISSN: 0032-8472 [5] los oyentes, para el buen logro de tan sagrada facultad». A todo este material le da forma de sermón que organiza en sucesivos discursos repartidos en cursos. De esta manera, la primera parte recoge un total de 85 discursos que distribu- ye en tres cursos de 30 , 30 y 25 discursos respectivamente; y la segunda parte alcanza los noventa discursos que se reparten equitativamente en tres nuevos cursos. El texto se completa en ambos casos con unos valiosos índices dedica- dos, el primero, a los ejemplos, historias y símiles; el segundo, a las cosas más notables conforme a las virtudes y vicios tratados en el libro, recogidos por orden alfabético, desde la ambición hasta la voluntad; y el tercero, a los textos de la Sagrada Escritura. Este conjunto de tablas incluidas al final convierte al Menor Predicador Capuchino en un útil instrumento especialmente indicado para fines homiléticos, pues facilita en gran medida la búsqueda temática. A través de su doctrina, Bretos proporciona a los predicadores «los colores que deben usar para que les cueste menos la composición de Sus Sermones, en tanta copia, y con variedad tanta de textos, que el más experimentado, y el menos, no dejarán de topar mucho que se conforme a su genio». La lengua y estilo empleados por Bretos en su Menor Predicador Capu- chino lo insertan en la tradición de los predicadores conceptistas, por cuanto se sirve del sistema de los conceptos en la composición de sus sermones  13 . El capuchino elabora el concepto predicable como una pieza que pertenece a un engranaje mayor, el discurso, de tal manera que la función del concepto será probar la doctrina de la proposición que lo rige y encabeza. Nos encontramos no obstante ante un predicador ingenioso que gusta presumir de originalidad y agudeza, creando sus propios conceptos. En cuanto a las fuentes de que se sirve a la hora de componer su obra, son abundantes, como el propio capu- chino confiesa: «Piense el que leyere cuánto trabajo cuesta la composición de un Libro; y en especial de este género, en que para buscar tantos materiales ha sido menester mirar tantos Autores». Dentro de este auténtico arsenal de erudición destacan las referencias a las Sagradas Escrituras –desde el Génesis al Apocalipsis–, así como a los Padres de la Iglesia y a los escolásticos medievales de mayor relieve. No faltan tampoco los textos de poetas, filósofos e histo- riadores grecolatinos, entre ellos Aristóteles, Sócrates, Claudio Eliano, Séne- ca, Ovidio, Horacio, Plinio, Cicerón, Lucrecio, Plutarco, Valerio Máximo o Flavio Vegecio; así como de autores más cercanos a su tiempo, caso de Eras- mo de Rotterdam, Benito Arias Montano, Juan Bautista Fungoso o Roberto Belarmino. Asimismo, recurre en numerosas ocasiones a crónicas de reyes, y a textos hagiográficos y vidas de santos. Y entre sus muy variadas fuentes de erudición se encuentran también los libros de emblemas. LOS LIBROS DE EMBLEMAS COMO FUENTE DE EL MENOR PREDICADOR CAPUCHINO En efecto, entre las fuentes empleadas por Félix Bretos a la hora de com- poner su Menor Predicador Capuchino se encuentra la literatura emblemática, género que adquirió gran desarrollo durante los siglos  xvi y  xvii y al que re- 13  Así lo considera H errero S algado , F ., La oratoria sagrada española de los siglos  xvi y  xvii , Madrid, Fundación Universitaria Española, 1996 , pp. 449 - 450 .

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