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José Javier Azanza López 280 Príncipe de Viana (PV) , 254 (2011), 277-298 ISSN: 0032-8472 [4] por dos tenantes y enmarcado por cortinajes, panoplias y trofeos militares, se convierte en fiel testimonio del obsequio de la obra a su persona. Tampoco debe extrañarnos esta dedicatoria si consideramos que Bretos fue confesor de los virreyes de Navarra, es de suponer que entre ellos del propio Baltasar de Zúñiga. Debemos reseñar no obstante que esta segunda parte conoció una nueva edición en 1696 en el taller de Domingo de Berdala que recupera la dedicatoria a Agustín de Echeverz, cuyos ejemplares se vendían en la casa del mercader de libros Matías de Lezáun, en la plaza zaragozana de la Seo 10 . El Menor Predicador Capuchino debió de tener bastante aceptación pues, según refiere el padre Ciáurriz, «de esta obra dice la Biblioteca de escritores capu- chinos, que a pesar de haberse hecho tres ediciones en Pamplona, era, no obstante, muy raro y difícil el encontrar algún ejemplar» 11 . El motivo que le lleva al capuchino a escribir su obra se encuentra en la advertencia de San Pablo a los Corintios, a los que asegura que tras su ausencia habrá quien se presente predicando otro Jesús diferente del que él ha predicado, y anunciando un Evangelio diferente del que han abrazado 12 . Considera Bretos que la sentencia paulina debiera encontrarse grabada en los púlpitos para que los predicadores la tuvieran en cuenta en sus exhortaciones, pues con demasiada frecuencia predican «un Cristo vestido con fina tela de retórica bien trabajada de brocado, y no el Cristo Crucificado y desnudo en aquel funesto árbol». Es decir, han sustituido la doctrina que debe mover a las conciencias a abandonar pasiones y vicios y abrazar el camino de la virtud, por palabras ociosas que descuidan el comportamiento moral y no sirven ni para provecho propio ni ajeno. Y esta es la causa a su juicio de que padezcan los reinos tantos males en el terreno moral. Félix Bretos tratará de corregir esta situación mediante una obra encaminada «a remover a los mortales de vicios y aficionarlos a Cristo», con doctrinas y enseñanzas para los diferentes estamentos sociales, y de gran utilidad para los oradores sagrados en la com- posición de sus predicaciones para los diferentes momentos del año litúrgico. No ignora el capuchino la grave responsabilidad que recae sobre el predicador, «que sustituye a Cristo, hace veces de Apóstol, es voz del Verbo, y Órgano del Espíritu Santo... pero si no les anuncia a sus oyentes los males que sus vicios les ocasionan en sus almas, las penas que por ellos les aguardan, la tremenda cuenta que en expirando han de dar de sus vidas a un Dios Juez ofendido, ¿qué hará Dios con ellos, que les encomendó su enseñanza?». Para lograr su objetivo, Félix Bretos se sirve de su propia experiencia per- sonal de más de cuarenta años dedicados a la predicación, a lo largo de los cua- les «ha habido menester mi rudeza mirar, y revolver muchos Libros, de donde he entresacado lo que más fuerza me daría a la persuasión de la moralidad de en el que se incrementaron enormemente las obras de fortificación en Pamplona, coincidiendo con la presencia en la ciudad del ingeniero italiano Hércules Torelli. E charri I ribarren , V., Las murallas y la Ciudadela de Pamplona , Pamplona, Gobierno de Navarra, 2004 , pp. 304 - 317 . 10 El Menor Predicador Capuchino: que según el Consejo de el Apóstol San Pablo, redarguye desenga- ñando, ruega protestando, y reprehende amonestando, con toda enseñanza, y doctrina a todos los pecadores... Parte Segunda... En Pamplona, por Domingo de Berdala, Impressor, y Mercader de libros, año 1696 . 11 D e C iáurriz , I., Capuchinos ilustres... , op. cit. , pp. 222 - 225 . 12 Segunda Epístola a los Corintios, 11 , 4 - 5 : «Pues, cualquiera que se presenta predicando otro Jesús del que os prediqué, y os proponga recibir un Espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que abrazasteis ¡lo toleráis tan bien!».
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