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Manifestaciones de la cultura emblemática del barroco en Navarra Príncipe de Viana (PV) , 254 (2011), 277-298 297 ISSN: 0032-8472 [21] dictado de la razón y no el deseo de los apetitos. Y también es emblemática la imagen de la leona bramando sobre su hijo muerto para resucitarlo, con la que Bretos quiere transmitir la necesidad de corregir al pecador sin desenten- dernos de sus culpas. Entre los ejemplos más interesantes que describe Bretos como pictura de sus empresas, se encuentran aquellos protagonizados por un niño en diversas actitudes: llorando sobre un espejo o viendo reflejado en él a su madre que lo acaricia, en lo alto de una torre arrojando al mismo tiempo una piedra y un papel, con una vela encendida en la mano y persiguiendo su propia sombra, o llorando por la ausencia de su madre que se oculta tras una cortina. Se trata de un tipo de imágenes que parece remitir a la emblemática amatoria de autores como Otto Vaenius, Daniel Heinsius o Pieter Hooft, o a los tratados de teología mística destinados a las almas contemplativas en su camino de perfección espiritual hasta alcanzar la gozosa unión con Dios, caso de la Regia Via Crucis de Benedictus van Haeften, o de la Pia Desideria de Herman Hugo. De hecho, la última escena referida –a través de la cual Bretos significa que Dios no se ausenta ni deja desamparada al alma– guar- da cierta similitud con una de las imágenes de Pia Desideria que muestra al Amor Divino oculto tras una cortina que descorre en parte, al otro lado de la cual se encuentra el Alma que con brazos gesticulantes le insta a que se muestre en su totalidad. En fin, otras empresas con las que el capuchino pamplonés da principio a sus discursos parecen encontrar igualmente su origen en los repertorios em- blemáticos, caso de la mano que traza un círculo con un compás (emblema y también marca tipográfica de prestigiosos editores como Christophe Plantin), para significar que debemos ajustar nuestras acciones al ejemplo de Cristo; el hacha encendida cuya cera se derrite como imagen del cristiano que se consume en servicio de Dios y del prójimo; el vaso quebrado cuya agua vierte hacia la tierra (los placeres de este mundo nunca sacian el alma); el basilisco que cae muerto al reflejarse ante un espejo (daño que se infringe a sí mismo quien peca); el pelícano que se hiere el pecho para alimentar con su sangre a sus crías (los dolores de María Madre vivifican a sus hijos); el pez caído en el anzuelo (quien disfruta de una vida regalada padecerá una amarga eternidad), o el bajel o galera en medio de un mar enfurecido (ante los embates de la vida no se alcanzará sin esfuerzo el puerto de la salvación). CONCLUSIÓN Como manifestación propia de los siglos de la Edad Moderna, la cultura emblemática tiene su reflejo en Navarra, no sólo en el terreno de la arquitectu- ra, las artes plásticas y el arte efímero (la portada del palacio de los Marqueses de San Miguel de Aguayo en la pamplonesa calle Mayor, o los jeroglíficos de las exequias reales dieciochescas conservados en el Archivo Municipal de Pamplona, dan buena prueba de ello), sino también en la oratoria sagrada. El Menor Predicador Capuchino , del pamplonés Félix Bretos, es buen exponente de esto último, destacando no sólo el conocimiento de los libros de emblemas por parte de su autor, sino la capacidad y erudición para elaborar sus discursos doctrinales como si de emblemas se tratase, compuestos por lema, pictura y suscriptio que los acomoda al esquema del emblema triplex de Alciato.

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