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Con el fin de finalizar la construcción del bohío lo .antes posible, acostumbraban invitar a otros barí de distintos grupos para que les ayudasen en dicha tarea. La construcción solía durar entre mes y medio a dos meses, si se trataba de bohíos de mayores proporciones. Durante este tiempo, por lo general, iban y venían del bohío anterior que seguía sirviendo de residencia habitual hasta que tenían terminado el nuevo. De madrugada salían del bohío viejo al que volvían de nuevo al atardecer. ¿Cuál era la forma del bohío? El bohío es todo él un perfecto logro de arquitectura primitiva con una estructura sencilla, inteligente– mente ideada y realizada a la perfección. Se comienza asentando en la tierra las bases infraestructurales del mismo con palos, fuertemente enlazados con bejucos, en forma circular. Unos y otros palos se van uniendo hasta llegar a la cumbre en la que quedan apuntalados todos ellos por el Ñ'atubái en la viga maestra. Los medios utilizados para levantar la infraestructura son, por tanto, de naturaleza simple y muy primitiva, pero ofrecen la máxima seguridad en la construcción. Sobre el modo de construir estas casas comunales se ha escrito bastante, aunque no siempre con la debida exactitu'd. Alcácer es uno de los autores que con mayor brevedad y precisión recoge lo referente a este tema. Dice textualmente: «Plantan aquéllos -varones- en el suelo varios palos resistentes, especie de columnas, y sobre los mismos tienden cuatro travesaños formando un cuadrilátero. Apoyándose en dichos palos colocan luego otros de menor grosor, los que vienen a unirse en la parte superior de la choza, en donde queda la cumbrera: una gruesa viga que sirve de contrapeso a las fuerzas laterales. En sen– tido longitudinal y como formando una red algo tupida colocan otros troncos, cortados por la mitad, los que quedan unidos .a los primeros por medio de resistentes bejucos. Mientras tanto, las mujeres han ido amontonando las hojas de palmera real, llamada por los motilones «soaira», y llegado el momento, las van acercando a los hombres, quie– nes desde dentro y comenzando por arriba, las colocan con extrema habilidad en el armazón, de tal forma que el estípite envuelva el tronco y la palma quede por fuera. Al mismo tiempo, otras mujeres se dedican a elaborar las cestas y los chinchorros que servirán, como nuevos muebles, y utensibilios para comodidad de todos» 54 • 54. A. de ALCÁCER, Los barí..., 50-51. 68

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