BCCCAP00000000000000000001213

niones y examinados sus mitos y su historia, podemos acercarnos con sentido más objetivo a señalar sus características psicosomáticas más sobresalientes y que más llaman la atención a los que contactan con ellos. Entre sus cualidades psicoculturales merecen destacarse: • Conciencia y alta estima de su propio grupo étnico, como pueblo diferente de los demás. De ahí arranca una especie de orgullo tribal, de superioridad racial frente al resto de los grupos por ellos conocidos, inclui– dos los blancos. El barí es celoso de su cultura y de su independencia. Aun– que esta conciencia «racial» no es agresiva. Los demás grupos humanos, indígenas o no, son considerados inferiores, elaborando, en consecuencia, sus propios mecanismos de defensa para mantener su pureza étnica (lugar geográfico diferente, prohibición de mezclar su sangre con ellos, y otros de– talles que se manifiestan en sus patrones culturales y que irán apareciendo más adelante). El mito de los orígenes, como veremos más tarde, lo confir– ma satisfactoriamente. El barí es un enamorado de lo suyo: su gente, su selva, sus tradiciones... • Equilibrio psíquico, manifestado en un propio sistema orgánico de pensar, sentir y actuar en conformidad con este alto concepto que tienen de sí mismos. Creemos que esto puede explicar el gran sentido comunitario que manifiestan y la reacción violenta subsiguiente contra todo lo que signifique ingerencia en lo que consideran de la comunidad barí: territorio, costumbres, vidas de sus miembros ... Sus personas y sus bienes merecen el máximo respeto de los propios y de los extraños. • Animo de pronta vivacidad, reposado, sereno y tranquilo; pací– fico con los suyos y no pendenciero 32 • 32. Su modo de pensar es «primitivo»: en íntima dependencia de su medio ambiente sociocultural, incluso ecológico. Satisfechos de sí mismos y de sus tradiciones, de su há– bitat, sus vidas, de todo lo suyo... Precisamente es ésta una de las características que más sobresalen, como veremos luego, en sus mitos y en la que intentan basar su organización social de mutuo respeto y de no ingerencia con otros pueblos que conocen. Pero, al aludir a su carácter «primitivo», debemos olvidar -por estar ya muy superado- el esquema de «mentalidad prelógica-mentalidad lógica», utilizado por ciertas antropologías para dis– tinguir a estos pueblos de los llamados «civilizados». Su «primitividad» lleva congénito un modo de interpretar la vida profunda y, tras la sencillez de sus mitos, se oculta todo un mundo de lógica interna, difícil para mentalidades ajenas a ésta, pero ni inferior ni superior, sino distinta. Esta conciencia de ser distintos, pero respetuosos con las otras etnias, no parece con– cordar con la mala prensa que el pueblo barí ha tenido entre los civilizados y con la leyenda negra formada en torno a la agresividad natural barí. Creemos que es preciso 42

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz