BCCCAP00000000000000000001213

vo vivos de la piscina. Ahí los deja Anbatakmó en la piscina y revi– ven. Basunchimba comieron, después de matar a Jiilankú, «taichirokbá». Anbatakmó mató a terremoto en un estrecho, por donde se pone el sol. El muerto se sienta en tierra arriba y espera a los basunchimba. Lo llevan al «Barún Aschuá». {Repite vari::,s veces). Está habitado por puros basunchimba; todos basunchirriba. Había mucha caza, pero caza para basunchimba. (Repite). Y jugaban con el tambor: -:<Pon, pon, pon». Salió corriendo tras el tambor, jugandó y sudando cansados. To– dos los basunchimba juegan solitos. Más allá de «Barún Aschúa». Cuando se muere, se juega con ellos. Cuando familiares necesitaban collares, iban a flechar a Ñankú dabaddó; el muerto decía a los bas1;nchimba: «Vamos a matar a Jiilankú». Los que habían muerto primero le dijeron: «Tú te encargas de matar a &ankú». Cuando le habían pegado cuando de pequeños con krikdá, podían a los &andú y lo mataban. Eran fuertes. K!ankú mataba a muchos basunchimba, que no les habían dado con krik– dá. Las mujeres hacían flechas de todos los colores. Tenían arcos de todos los colores. Dormían en chinchorro como aquí. El hermano encima y la hermana abajo. Antes de morir, hay muchos chincho– rros para acostarse. Lo llevan sus hermanos c:iando mueren. Los fa. miliares hembras hacían el chinchorro. «Por reírte mucho moriste», .Je bromeaban. Le engañó. «Por esto moriste, por reír mucho». Tenían una piscina y allí se bañaban todos. Antes de morir, uno decía: «Tengo dolor de cabeza, fiebre, etc.». {Repite). Tal como lo había dicho Sabaseba a .1'l'anbobikorái: morían así. Cuando muere uno, se sienta arriba y espera a que le recojan. Donde van muertos, ahí los esperan. Salen a recibirle los familiares y se lo llevan. No sabía qué camino seguir. Vienen y le llevan. «No sé qué camino seguir». «Espero», decía el muerto. Allí lo recibe la hermana. Los papás le dicen: «Has muerto porque reías mucho, por es-:.J vie– nes aquí muerto». Cuando el hijo viene muerto, si mamá es buena, contesta; si es chismosa, no contesta, no contesta nada. La mamá chismosa no contesta a su hijo. Mamá pensaba que, por reírse bas– tante, daviddú lo agarró: «No sé dónde voy a ir, desconozco el ca– mino». Basunchimba le indica cuál es el camino que le debe guiar hasta el cielo: «Barún Aschuá». Allí tienen chinchorros y estaban pre– parados para recibirle y que descansara. En el chinchorro se acostó. Arriba él, abajo su hermana. Las muchachas preparaban el chincho– rro y lo guindaban. Cuando meneaba el chinchorro, pensaba en el viaje que había he– cho y cómo estaba cansado. Y descansaba. Cuando vivía aquí, pen– saba que no era así allí arriba, que era distinto. «Tú te reías mucho -dicen familiares- y por eso vienes aquí». La hermana le dice: «No tengo collares, ollas, cadenas». El herma– no contesta: «Matemos a ~ankú y tendremos ollas, collares». La mu- 385

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz