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tradicionales natos, desde la base grupal. Ya Guillén escribía a este propósito: «... sólo hay entre ellos algunos a quienes prestan más aten– ción, porque se aventajan en la agudeza de sus discursos y siendo mayores de edad, dan la Ley a los jóvenes ilustrándolos con la narra– tiva de las hazañas y tragedias de tiempo inmemorial cuyas Historias tienen archivadas en la biblioteca de la memoria» 150 • Aunque papá y mamá narraban las gestas de sus antepasados barí a los pequeños, eran los ancianos los verdaderos especialistas en la transmisión e interpretación de las tradiciones de la tribu. Eran ellos los que gozaban de fama y credibilidad para contarlas. Y cuanto más ancianos, tanto mejor. En nuestro trabajo de campo lo pudimos apre– ciar desde el primer momento . Cuando surgía alguna duda sobre cier– tos datos o interpretación de los mismos, inmediatamente alegaban el nombre de Adolfo Akairagdóu como «él, que es más viejo, lo sabe todo». Se fiaban de ellos. Los ancianos eran los que expresaban y representaban los valores tan queridos de su tradición barí, la preemi– nencia del espíritu tribal; aunque, como hemos visto, sin llegar a constituir socialmente gerontocracia alguna. Además de ser los trans– misores para sus propios grupos, recorrían otros bohíos narrando estas historias, como mensajeros oficiales de los relatos antiguos que reme– moraban las gestas de su pueblo. Es un hecho que nos atestiguan los informadores, ofreciéndonos nombres concretos de antiguos barí que recorrían los bohíos. Las mujeres apenas tenían importancia en la transmisión de estas tradiciones, aunque, a veces, se acudiese a ellas por el simple hecho de ser ancianas y haber escuchado aquéllas más veces. Esta manera de proceder correspondía a la forma patriarcal de la sociedad barí, como ya hemos analizado. También solía enseñarlas el Ñatubái, o jefe de la casa comunal. El sistema de entronque con lo tradicional era, pues, el siguiente: Saba– seba-Saimadoyi-Sag'dóu-Ñatubái-Papás 151 • Los que verdaderamente desper– taban curiosidad y auditorio eran los ancianos («Sag'dóu»). Los Ñatubái no tanto en cuanto jefes, cuanto en relación a su edad. 150. Diario.. ., 2i6. 151. A pesar de la importancia y riqueza de las tradiciones en la cultura barí, no hemos encontrado autor alguno que expresamente las trate desde este punto de vista. Alcácer llega hasta afirmar con osadía inusitada que los barí cuentan con «escasas tradiciones» (Los ba>'Í..., 65). Aunque sin referirse direc– tamente al sistema de tradiciones, el que más se acerca a su exposición y com– prensión es A. de VILLAMAÑÁN, Cosmovisión ..., li-26. 144

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