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o cordeles. Estaba en contra de lo que aconsejó Sabaseba a los Sai– madoyi 131 • En realidad, les hace perder el sentido de lucha y de deporte con el que se dedicaban a la pesca. Terminada la pesca, se preparaba con– venientemente el pescado adquirido, limpiándolo debidamente, dejando los intestinos y demás elementos no aprovechables a la orilla del río, se colocaban los peces en las canastas, o envueltos en hojas de bijao, amarrados con bejucos y las mujeres y niños eran los encargados de llevarlo a casa. Terminada la pesca, si hubiese sido abundante, sobre todo durante el verano, cuando los ríos estaban más bajos que de costumbre, se organizaban las famosas carreras competitivas ( «Dunkú» ). En ellas con– currían todos los miembros varones del bohío y, a veces, hasta los de los bohíos vecinos, a quienes se invitaba. Había un encargado oficial de organizarlas, llamado «Iddónamái» o jefe de carreras. Se organizaban de la siguiente forma. Después de finalizada la pesca, las mujeres y niñas recogían el pescado, junto con el equipo de pesca de sus respectivos maridos y papás, saliendo delante hacia el bohío. Mientras tanto, los participantes en la competición se daban masajes con agua y tabaco en los brazos y en las piernas, al mismo tiempo que proferían estas o semejantes palabras: «Schú, schú... Akokbá aitétété... » «Corre, corre mucho, camina rápido... ». Lo hacían repetidas veces. El motivo por el que el tabaco se aplicaba en el río, y no en la casa, y de noche (como se suele hacer), es porque el tabaco y, por consi– guiente, su secreto y eficacia, puede «volar» durante el trayecto hacia una mujer u otro barí, perdiendo la eficacia. A los barí jóvenes se lo aplican los más ancianos o bien sus papás. El encargado de la competición iba señalando a todos el puesto que a cada cual le pertenecía en la fila indicada, que se forma por cierto orden muy razonable: primero, los ancianos, luego los que se encon– traban algo impedidos, después los niños y, a continuación, los jóvenes, 131. En alguna ocasión en que les acompañamos a la pesca, vimos cómo alguno de los jóvenes empleaban redes adquiridas en Maracaibo. Pudimos apre– ciar el desagrado producido en los «ancianos». No estaba de acuerdo con la tradición -nos confesaron-. Sabaseba no mandó hacerlo así. Por otra parte, se le hacía perder a la pesca el sentido de lucha, de deporte y de aventura que comportaba su laboriosa preparación y realización. El mejor trabajo publicado hasta hoy sobre la «Kiróra» es el de G. ALVAREZ LóPEZ, La Kiróra: técnica de pesca del grupo étni– co barí, en Ven.Mis. 44 (1983) 248-253. Después de analizar su importancia en la cultura barí, presenta un cuadro sintético de la última temporada de pesca en Kiróra, instrumen– tos de pesca utilizados, construcción de la misma, captura del pescado... 131
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