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b) La Guerra de la Independencia Sin embargo, también podemos afirmar que ha sido célebre este monasterio por sus numerosas calamidades y pruebas que tuvo que afrontar. Una de las más dolorosas fue la Guerra de la Independencia. En el año 1808, ante los Sitios de Zaragoza, todas las religiosas capuchinas tuvieron que abandonar el monasterio. Ante los bombarde– os de las baterías francesas, el monasterio quedó convertido en llamas y destrozado. Las Capuchinas pasaron ocho años diseminasdas por otros monasterios recién fundados por ellas. En 1816, pasada la gran tormenta de la guerra, las Capuchinas vol– vieron a reunirse en Zaragoza, ocupando un edificio que les cedieron los monjes del monasterio de Rueda. Aquí permanecieron hasta el año 1837 en que tuvieron que refugiarse en el monastaerio de clarisas de Santa Catalina de esta ciudad, donde residieron por espacio de 21 años. Por tercera vez, procuraron tener monasterio propio, y gracias a la protección del cielo y al consentimiento de los Padres Dominicos, pudieron trasladarse al convento de Santo Domingo el año 1858. Pero después de unos años de permanencia en él, se vieron obligadas a abandonarlo. Interinamente se acogieron por segunda vez a la caridad de las Clarisas de Santa Catalina durante once años, viviendo con ellas en santa hermandad. Finalmente, en 1877 pasaron por mandato y autorización del Sr. Cardenal de Zaragoza, Don Manuel García Gil, a la calle Manuela Sancho 40. Era una casa con jardín, muy arreglada y apta para monasterio. Allí comenzaron tranquilas y felices las 24 Capuchinas a vivir con toda fidelidad la Regla de Santa Clara. Más tarde, en 1903, viendo con alegría que la comunidad aumen– taba con nuevas vocaciones, y teniendo la oportunidad de comprar una pieza contigua al monasterio, se decidieron a realizar el trato. De esta -88-

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