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risas Fundadoras, Señores y nobles, y mucho personal del pueblo, se trasladaron procesionalmente de la iglesia parroquial al Monasterio donde iban a vivir las hijas de Santa Clara. Se les recibió en la Capilla con instrumentos y cánticos y se empe– zó la solemnidad de la misa de la Corona de Cristo. Predicó en ella el religioso franciscano P. Poyas, y habiendo en la misa comulgado las Religiosas, se organizó otra procesión con mucha gente y danzas, hasta llegar al presbiterio de la Capilla Mayor del Monasterio. Allí tuvo lugar con toda solemnidad un acto memorable. El Marqués de Osera entregó a la Madre Abadesa y Religiosas un documento importante en que se decía que entregaba a la Prelada y Religiosas para siempre un Relicario de cristal guarnecido de oro, con remate de cruz también de oro, con cuatro diamantes y ocho perlas ircrustadas. Dicho Relicario llevaba grabadas las Armas de los Marqueses de Osera, y dentro, la reliquia de una Espina de la Corona de Nues:ro Señor, y una partecita del "Lig– num-Crucis". Estas santas reliquia5 las entregó en una Arquilla de plata muy antigua. El Marqués estaba convencido de que en ninguna parte podrían estar mejor guardadas que en este Monasterio de Santa Clara. Su intención era que las "guardasen y venerasen durante toda la vida". Un compromiso que cumplieron fielmente las clarisas. Finalmente, para mostrar el gran amor que les tenía, ya que allí dejaba cinco hijas religiosas, les entregó también cinco Relicarios muy ricos, guarnecidos de oro y plata. Uno de estos relicarios era cuadrado y contenía una carta de Santa Teresa de Jesús, escrita por su propia mano y varias reliquias de esta Santa. Lo entregó en honor de su hija clarisa doña Teresa. Y para las cuatro hijas también religiosas, hizo donación de otras muchas reliquias, certificadas como auténticas por un Breve, que las acompañaba. Testificó este acto Juan Abad, Notario Real de Quinto. Después, pasaron a la Portería y entraron en el Monasterio para tomar posesión de la nueva morada los Fundadores, las Religiosas Fundadoras y Señores, comiendo juntos en el refectorio. Para el pos– tre, acudieron a dar la bienvenida los Consejos de los municipios de Quinto, Gelsa, Velilla y Alforque. Y sin duda, lo más grande de este día, por encima de todos los reli– carios de oro, fue la consagración a Dios de cinco hijas del Marqués de -77-

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