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2. Tiempos de paz y tiempos de guerra Allí vivían las Hermanas Clarisas, retiradas y silenciosas, vibrando por las necesidades de la Iglesia y alejadas del mundo. Allí, como todos los monasterios de clausura, tuvieron que pasar por las horas feli– ces de tiempos de paz y por las horas amargas de tiempos de guerra. Siempre las cronistas ponen más énfasis en los días de sufrimien– to, y por eso, vamos a recordar los siguientes. l. Durante la Guerra de la Independencia este Monasterio se convirtió en casa acogedora de dos Comunidades: La de Jeru– salén de Zaragoza y la del Monte Santo de Villarluengo, más cinco religiosas clarisas de Santa Catalina de Zaragoza. Final– mente, todas tuvieron que abandonar el monasterio por un año entero. 2. El año 1834 fue la Comunidad de Valdealforfa expropiada de todos sus bienes, llevándose cruelmente los ministros del Gobierno, como dice la cronista, "hasta las alubias que aquel día tenía la cocinera para la comida, no dejando a las Religiosas más que cuatro reales, que seguramente no los robaron por no saber que los tenían en casa". 3. Con motivo de la Guerra Civil española de 1936, el Comité revolucionario del pueblo se incautó de todas las llaves del monasterio, quedando dentro de él, por espacio de tres días, toda la Comunidad en calidad de detenida. Por fin, salieron las Religiosas de la Clausura, siendo respetadas sus personas, pero sin dejarles sacar nada de cuanto poseían. Unica– mente algunas de ellas se dieron maña para llevarse los títulos que tenían del Estado. Por lo demás, el Archivo, biblioteca, documentos etc... todo fue destruído por las tropas, y las ropas y enseres de casa, saqueados por la chusma. Ventidós meses después, el 26 de mayo de 1938, volvieron las Hermanas Clarisas a tomar posesión de su Monasterio. Tan sólo encontraron en él, las paredes llenas de dibujos obscenos, escritos inmorales y el suelo convertido en un inmundo retrete. -72-

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