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Construcción de la nueva iglesia Durante 38 años las clarisas de Borja usaron como iglesia la de San Miguel, pero como sufrían mucho al no cumplir la parroquia las capitu– laciones y conciertos, el P. Provincial tuvo que anular la concordia que dicha iglesia había formalizado con la Comunidad en el año 1609. Por estos motivos, en el mes de julio de 1647 se pasó el Santísimo Sacramento al locutorio del monasterio, ya que no se disponía de momento de otro lugar más adecuado. Allí permaneció hasta el 7 de septiembre en que fue trasladado a una capilla que la Comunidad había mandado construir. Ante esta situación tan delicada para las monjas, en febrero de 1687, la ciudad de Borja cedió en favor del Convento de Santa Clara todo el derecho que tenía o pudiera tener sobre la ermita de San Sebastián. Después de firmar varios pactos de derecho, se comenzó en este año a fabricar la nueva iglesia, porque la ermita estaba ruinosa. Pero se quiso hacer tan rápidamente la obra que, sin cumplir ni siquiera seis años desde su construcción, amenazaba ya peligro de desgracias. Fue preciso poner remedio y el convento tuvo que gastar grandes cantidades. La iglesia se hizo de cruz latina con cabecera recta, crucero con cúpula ciega sobre pechinas, y nave de cuatro tramos con coro alto a los pies, todo ello cubierto con lunetos. En 1743 se comenzó a trabajar en un nuevo retablo, para colocarlo sobre el antiguo. Lo realizó el Estatuario real de Aragón. Es de escul– tura tallada y fue dorado y policromado por el franciscano fray Manuel Castellón, terminándolo el día de Santa Ana de 1745. Este retablo representa las esculturas del titular, San Sebastián, y las laterales de San Juan de Capristano y San Buenaventura; en el ático, la Inmaculada entre Santa Bárbara y Santa Catalina de Alejan– dría. A ambos lados del retablo hay otros dos retablos pequeños, de la misma época que el anterior, dedicados a Santa Ana y la Virgen, y a Santa Clara. -49-

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