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segundas, de Luis de Juneda, fiel admiradora y devota de la Orden de San Francisco de Asís, hizo donación de todos sus bienes y muebles a la ciudad de Barbastro para ayuda de la construcción del Monasterio. La ciudad comenzó inmediatamente a gestionar esta fundación con el Provincial de los Franciscanos, Fray Juan Zamora, varón insig– ne en letras y santidad, quienes concertaron traer cuatro religiosas del Monasterio de Santa Catalina de Zaragoza. Antes de conseguir el permiso de la Orden y de la Iglesia, la ciu– dad de Barbastro, el 28 de mayo de 1560, se obligó a dar de comer, beber, vestir y calzar, y todo lo necesario a dichas cuatro monjas, estando sanas o enfermas, durante toda su vida. Y también se obligó a hacerles la casa, sala capitular, dormitorio, refectorio, enfermería, cocina, bodega y casa para Padre Confesor, donadas y servidoras y huerta... Testificó este acto el notario de Barbastro don Marín López. Tras este acuerdo, llegó la licencia expresa de fundación del Supe– rior General de la Orden Franciscana, dada en la ciudad de Uveda del Reino de Castilla, el 16 de junio de 1560. Conseguidos todos los permisos, trataron de traer de Zaragoza a las cuatro religiosas que habían de ser las fundadoras de este santo monasterio. Fueron las siguientes: Ana Volás para Abadesa, Petronila Caballería para Vicaria, Juana Bardafí para Tornera y Teresa de Ferre– ra para Maestra de novicias. El monasterio quedó fundado bajo la invocación de Nuestra Señora y de Santa Lucía, ya que se fundó junto a una antigua ermita dedicada a esta Santa. Con este glorioso acontecimiento, la ciudad de Barbastro volvió a realizar otras dos Capitulaciones, y entre otras muchas cosas, se obligó a darles a las Hermanas Clarisas cuatro mil sueldos y 12 caíces de trigo cada año, durante setenta años. 2. Florecimiento vocacional La pequeña comunidad fue creciendo como la mostaza, hasta con– vertirse en un árbol frondoso. Según las estadísticas, hacia el año 1612, ya vivían en este monasterio 40 monjas profesas. Brillaban en tal grado de santidad y perfección que atraían a señoras importantes de -42-
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