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muy numerosa. En el año 1698, siendo abadesa la Madre Ana María Martínez, llegó a contar con un total de 64 religiosas, de las cuales 7 eran novicias. Fue entonces cuando se decidió empezar la obra de una preciosa iglesia que fue destruída en la guerra de 1936. Esta nueva iglesia tenía tres naves, y como la anterior tuvo los muros interiores recubiertos de estucados barrocos. Estaba decorada con frescos de Vicente Vidal, un discípulo de Palomino. El retablo mayor lo hizo Pedro Rivera. Poseía un lienzo representando los "Des– posorios de Santa Catalina, virgen y mártir", debido a los pinceles de Pablo Rabella. Otros lienzos, quizá de menos valor artístico, provení– an de Roma y representaban a la Purísima, San José, Nuestra Señora de los Dolores, San Francisco y Santa Clara. El pavimento de la iglesia se hizo expresamente para la misma, empleando un total de 1.150 ladrillos, que llevaban todos el escudo de los Reyes de Aragón, don Pedro N el Ceremonioso y doña Leonor de Sicilia. Es una pena que de toda esta interesante cerámica, sólo se conser– van dos ladrillos en el interior del monasterio. La solemne bendición e inauguración de esta iglesia se hizo en la fiesta de San Agustín, en agosto de 1703. 3. Las contrariedades de la guerras El monasterio de las clarisas de Teruel tiene luces y sombras, días de esplendor y horas de angustia. Los años 1868-1874 fueron una etapa inquieta en España. Casi podíamo3 afirmar que fue tiempo de revolu– ciones, surgidas y renacidas con poderosa fuerza. No es de extrañar que a las religiosas de Santa Clara les tocase sufrir con tal motivo. Lo de menos hubiera sido la penuria y pobreza a que se vieron sometidas. Fueron sobresaltos de otro tipo. Frecuentemente fueron amenazadas con ser arrojadas fuera. Consideraban los revolucionarios que el monasterio, por ser fun– dación real, era como propiedad suya. Y siempre que venían tropas a Teruel en aquel movimiento de guerra, entraban en clausura el general con su estado mayor y con los representantes del pueblo. La verdad es que nuestras clarisas soportaban con paciencia estas incursiones, y a -29-

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