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condiciones necesarias de protección, pidió a su esposo Don Pedro IV el Ceremonioso, rey de Aragón, se dignara darles la Casa Real de Teruel que pocas veces los reyes de Aragón habitaban. Ante los deseos piadosos de su esposa, el rey accedió. De esta forma, aquel real edificio pasó a convertirse en Monasterio para las hijas de Santa Clara, bajo la invocación de Santa Catalina, virgen y mártir. Este privilegio de donación del palacio se realizó en mayo de 1367. Pocos años más tarde, el 10 de junio de 1369, fue entregado a las clarisas, libre de toda carga y dotado de amplísimo patrimonio. Se empezó a habitar el monasterio con un total de 40 religiosas. Los reyes de Aragón miraron con simpatía a las clarisas, y además de ayudas materiales, encargaron al gobierno de la ciudad de Teruel que cuidasen de que ninguna mujer de mala vida viviese en la cercanía del monasterio. Tenemos que hacer notar que las primeras clarisas que llegaron a fundar en Teruel, procedían del monasterio de Santa Catalina de Zara– goza, según las crónicas de dicho monasterio. La reina doña Leonor de Sicilia consiguió del Papa Gregorio XI una bula, dada en Aviñón en el primer año de su pontificado, para que las clarisas de Teruel tuviesen un cementerio, con independencia de los párrocos. Y el mismo Papa concedió que la Abadesa tuviera el pri– vilegio de usar en las funciones solemnes el báculo. 2. Detalles de la Iglesia La primera capilla del monasterio turolense de Santa Clara no es la iglesia que nosotros conocemos. Estaba erigida en el claustro bajo, en el interiof del monasterio. En el altar mayor estaba representada la titular: Santa Catalina, virgen y mártir. En otras capillas laterales se recordaba la memoria de algunos santos como San Honorato, Santa Ana, Santa Lucía y Santa Agueda. Con el paso de los años, las religiosas veían la necesidad de cons– truir una nueva iglesia. A finales del siglo XVII la Comunidad era -28-

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