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rio de Pamplona, en el que, habiendo cumplido a la perfección su oficio, regresaron el año 1538 a su monasterio de origen. - La Madre Violante Caballería y otras Hermanas restauraron el año 1557 la observancia del monasterio zaragozano de Santa María de Altabás de la Tercera Orden de la Penitencia de S. Francisco de Asís, situado en la orilla opuesta al río Ebro. Des– pués de emitir el cuarto voto de clausura, pasaron a formar parte de la reciente reforma que se expandía por España, bajo el manto azul de la Inmaculada. - Para sustituir a la Madre Violante una vez fallecida, salió del monasterio de Santa Catalina la noble virgen Ana de Aragón, nieta de Fernando el Católico, rey de Aragón y Castilla. - Otras Hermanas de este gran Monasterio de Santa Catalina se trasladaron a fundar o restaurar los monasterios de Borja, Hues– ca, Barbastro, Gelsa y Tauste. Por lo tanto, no es de extrañar que siempre se ha tenido una gran veneración a este Monasterio de Santa Catalina por la fecundidad en vocaciones y en crear nuevos monasterios. 4. Dolor y ruinas ante las guerras La mayor calamidad sufrida en la historia de este monasterio de Santa Catalina fue la guerra de la Independencia, en 1808, cuando las tropas napoleónicas sitiaron Zaragoza. Casi todo el edificio quedó des– truído y con grandes quebrantos se logró mantener la iglesia. El mag– nífico claustro y las grandes dependencias que nos cuenta la historia fueron derribadas. A estas pérdidas materiales hay que añadir la más importante, la muerte de 17 monjas en un solo día, a consecuencia del pánico que les produjo ver ametralladas las tapias y murallas del monasterio. Por motivo de esta guerra, toda la Comunidad de clarisas de Taus– te fue acogida en este monasterio con especial cariño, por ser conven– to filial de esta casa. También en 1928, por razones económicas muy serias, dos Hermanas de Tauste estuvieron acogidas en este monaste– rio por espacio de tres años. -17 -
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