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de la Catedral. Estaba ubicado donde funciona actualmente la estación de autobuses y parte ajardinada del Coso. En la obra de este convento todavía no estaban en forma ni el dor– mitorio, ni la enfermería, ni el noviciado. Las religiosas vivieron aquí 67 años, con suma pobreza e incomodidad por falta de espacio, exce– so de humedad y poca ventilación. Todo esto provocó frecuentes enfermedades y quebrantos de la observancia regular. Construcción del nuevo monasterio El hermano Francisco Fierro, paseando entre riscos y montes, tuvo la idea de construir un nuevo monasterio. Después de prolijas diligen– cias y obtenida la licencia real para su construcción, el Sr. Deán don Pedro Ferraz, el canónigo Sr. Ahumada, Don Felipe Ricardos y su esposa, con el síndico del convento Don francisco Laestrella, acorda– ron el emplazamiento del monasterio en el solar que daría la ciudad el 25 de octubre de 1727. Se abrieron los cimientos en 1728 en un lugar de la parte alta de la ciudad o barrio del Entremuro, donde actualmente se encuentra. El 21 de agosto de 1729 el Obispo colocó la primera piedra de la iglesia, siendo Papa Benedicto XIII y reinando en España Felipe V. Gracias a los anticipas de Don Pedro Oliván, se aceleraron las obras y quedaron concluidas en 1737. La iglesia fue bendecida por don Andrés Guerrero y Jibex, Vicario General, por comisión de Mon– señor Carlos Alamán Ferrer el día 14 de mayo de 1937. Traslado de las religiosas y restos mortales El traslado de las religiosas al nuevo monasterio se verificó proce– sionalmente el 18 de mayo de 1737. El Sr. Obispo dio la bendición al pueblo con el Santísimo Sacramento y lo colocó en la nueva iglesia con las ceremonias acostumbradas. Este fausto acontecimiento fue celebra– do durante ocho días con funciones religiosas y festejos populares. Los restos mortales de 38 religiosas fueron exhumados y coloca– dos en una arca grande. Los restos de las Hermanas María Antonia -109-

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