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ocasión por todas partes hecha un erizo; por cual– quier parte se encontraban indios bravos; tanta era la opresión de los españoles, que por ninguna parte se atrevían a salir de sus haciendas... En la ciudad de Curnanacoa, que dista un día de camino de Curnaná la tierra adentro, no podían salir de sus casas sino es con armas en las manos... A este pueblo, pues, de Cumanacoa que entonces se componía de solo 16 vecinos, por estar rnás próximos a los indios de gue– rra, se vinieron los misionarios; aquí tuvieron noticia de que era grandísima la copia de indios que estaban por toda la provincia, aunque todos rnás bravos que unas fieras y sin querer dar paces a los españoles; intentaron varios medios los religiosos para introdu– cirse con ellos; al principio les pareció fácil por haber salido un capitán de nombre entre ellos y haberles facilitado la entrada"'. Todo este testimonio del P. Tauste nos revela las muchas dificul– tades que le tocó vivir, con gran riesgo de perder la vida en cualquier rnornento. No obstante, siguió trabajando con celo y entusiasmo digno de todo elogio con los indios chairnas de la población de Santa María de los Angeles de Guácharo, y continuando otros trabajos apostólicos con objeto de ir preparando la fundación de nuevas poblaciones. Pero toda esta maravillosa actividad evangelizadora quedó cortada repentinamente ante la llegada a la Misión de una cédula real del 2 de octubre de 1660, por la que se ordenaba a los religiosos volver a España. Corno tal determinación se debió a falsos informes llegados al· Consejo de Indias, fueron enviados a Madrid dos de los religiosos, precisamente los Padres Agustín de Frías y Francisco de Tauste. 3. El P. Tauste presenta su "memorial" al rey Embarcados en abril de 1661 el P. Francisco de Tauste y Agustín de Frías, se dirigieron a Madrid para tener su entrevista en la Corte e informar sobre la marcha de la misión en Cumaná. 5. TAUSTE, Francisco de, "Relación", en RIONEGRO, Relaciones, I, 87-88. -80-