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El Gobernador de Cumaná D. Pedro de Brizuela recibió con gran regocijo a los misioneros, quienes se establecieron en la villa de Cumanacoa, donde fundaron una residencia provisional. Desde allí el P. Francisco de Tauste comenzó las gestiones encaminadas a cum– plir su fin principal, que era reducir a los indios de aquella región. La empresa era difícil. Dice el P. Lodares: "Cuando llegaron nuestros misioneros estaba toda esta tierra por todas partes, hecha un hervidero de gue– rras entre los indios, y no dejaban en paz a los españo– les. Los vecinos de Cumaná se veían acorralados por mar y tierra. En Cumanacoa estaban aún más compro– metidos, pues para ir a tomar agua al río, que está pró– ximo, tenían que salir acompañados de escolta" 4 • Convencidos de que nada podían hacer por entonces con los indios, determinaron predicar misiones en las poblaciones de espa– ñoles que había en aquella provincia. El P. Francisco de Tauste, acompañado del P. Carabantes, recorrió anunciando el evangelio las poblaciones de Cumaná, Cariaco, Barcelona y Cumanagotos. Ante la gran peste que asolaba por aquella época Caracas, el P. Francisco de Tauste, al igual que sus compañeros capuchinos, inte– rrumpieron las predicaciones, y lleno de una caridad heróica se entregó al cuidado de los apestados. Una vez pasada la peste, continuó su predicación evangélica por las ciudades de Barquisimeto, Trujillo, Maracaibo y otras. Mientras tanto, qué pasaba en Cumaná, la misión a la cual habían sido envia– dos. Las dificultades y la oposición de los indios hacían impenetra– bles la evangelización. El mismo P. Francisco de Tauste, como testi– go de lo ocurrido, escribe la situación de los misioneros: "Dos años estuvieron estos seis religiosos (los aragoneses) sin poder hallar entrada a los indios de la tierra adentro, y de guerra estaba toda esta tierra en la 4. BALTASAR DE LODARES, "Los franciscanos capuchinos en Venezuela", t.!, p. 41. -79-

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