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con gran alegría por el Prefecto de la Misión, P. Lorenzo de Maga– llón. En una reunión se distribuyeron los campos de acción. 5. La epidemia de Caracas y otras actividades En Caracas se declaró una terrible peste que diezmó sus habitan– tes. Tan pronto como el P. Magallón se enteró de esta desgracia, corrió allí, aun con riesgo de su vida, entregándose en unión con sus compañeros a cuidar de los enfermos, asistir a los moribundos y sembrar la esperanza. El comportamiento admirable y heróico del P. Magallón y sus compañeros fue elogiado por el gobernador Porres y Toledo, quien en cartas dirigidas al rey, decía: "Viéndome en tanto aprieto, les pedí que se encar– gasen de un hospital que pude formar con veinte camas y con sumo gusto lo tomaron a su cargo, cui– dando con tal amor y caridad a los enfermos, que, siendo más de trescientos los que ha habido en él, murieron sólo diecisiete, y de estos los más fueron por haberlos traído de los campos tan malos que no tenían remedio. Debo decir a Vuestra Majestad que si no fuera por estos Padres, hubiera sido el daño corporal mucho mayor y el espiritual tan grande que de los que han muerto, las tres partes fueran sin sacramentos. V.M. ha hecho a esta provincia con la venida de estos Padres el mayor bien que jamás puedo esperar" 1 º. Pasada aquella epidemia, el P. Magallón con sus compañeros marchó a Los Llanos de Caracas a la reducción de los indios guaya– monteses. Con tal objeto el Cabildo Eclesiástico dio a los religiosos amplias facultades de predicar, confesar, administrar el bautismo etc. ..Tras veinte días de camino, llegaron a Acarigua. Aquí se encontra– ron con que un capitán, llamado Salas, había hecho una población de 10. Carta del gobernador de Venezuela al rey. Caracas. 10 de noviembre 1658. A.G.I. Santo Domingo, 641. -72-

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