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de los Consejeros se dividieron en tres a favor y tres en contra a la permanencia de los religiosos en aquellas tierras. El rey, quizá sabiendo ya que Fray Francisco había muerto, determinó por cédula de 31 de diciembre de aquel mismo año, que los Capuchinos regresa– ran a España. El P. Magallón obedeció con ejemplar prontitud a lo que se le ordenaba. Pero la despedida de aquellos indios debió ser algo emo– cionante, según cuenta él mismo: "Lo cual, luego que fue entendido por los indios, fue grandísimo su sentimiento y desconsuelo, tanto que fue necesario decirles, para que no se despachasen y volviesen otra vez a los montes y desiertos, que los religiosos iban a traer otros para que hubiese más que les instruyese, y que muy presto volverían"'. La labor ejecutada por los religiosos no sólo en pro de la conver– sión de los indios sino también atrayendo la simpatía hacia los espa– ñoles, la hace resaltar el P. Magallón en su citado memorial al rey con estas palabras: "lo que no pudieron las armas de V. Majestad tantas veces introducidas en aquellas provincias por sus gobernado– res para sujetar y reducir a poblaciones a esta gente, lo pudieron con– seguir por el amor a la religión y de nuestra fe católica tres hombres descalzos, desarmados, pobres, vestidos de un saco y destituidos de todas las cosas de la tierra, influyendo con el espíritu de Dios y su santa ley..."'. No obstante estos beneficios materiales y espirituales, los capu– chinos volvieron a España, a donde llegaron en el año 1653. 3. El P. Magallón en la Corte de Madrid A mediados de septiembre de 1653 se encontraba en Madrid el P. Magallón dispuesto a dar la gran batalla por conseguir todos los permisos para regresar a Venezuela. La lucha fue dura y prolongada durante varios años, en la que tomaron parte, por un lado el P. Maga- 4. MAGALLÓN, "Memorial, en RIONEGRO, 4. 5. MAGALLÓN, "Memorial, en RIONEGRO, 14. -67-

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