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el rumbo que llevaba el patache que les conducía, llegando a la isla de Margarita. Allí su antiguo gobernador Francisco de Santillana, les sugirió pasar a Tierra Firme, donde existían tribus sin evangelizar, hablándoles con especial interés de los indios cumanagotes. Los capuchinos aceptaron esta proposición y se encaminaron a la ciudad de Cumaná, capital de la provincia venezolana de Nueva Andalucía. Allí, en una junta celebrada con el obispo de Puerto Rico, Fernando Lobo de Castrillo, con el gobernador y otras autoridades, acordaron que los religiosos se dirigieran a los territorios de los indios cumanagotes, píritus y palenques, con el fin de predicar entre ellos el Evangelio. Con gran ilusión pusieron manos a la obra, sin olvidar algo muy importante, que estaban en aquellos territorios sin el consentimiento de la Congregación de Propaganda Pide, del rey de España y de su Consejo de Indias. Acompañados los misioneros por el Sr. Obispo y llevando consi– go un indio lenguaraz, se dirigieron al campo de su apostolado.. Para ser más eficaces en su apostolado, con antelación se habían traduci– do a la lengua de los naturales las principales oraciones: el Padre– nuestro y el Avemaría. Este trabajo lo había llevado a cabo el capitán Rodríguez de Leyte, acomodándolas a la mentalidad de los indios, y mereció la aprobación del señor obispo. Por su originalidad las trans– mitimos. El texto decía así: "Padrenuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, danos tu reino, hágase tu voluntad en la tierra y en el cielo. El pan mucho de cada día dánosle hoy; no estés enojado con nosotros y así no estaré enojado con mis compañeros. El diablo no nos engañe y nos eche a perder. Amén. "Dios quiere mucho a María, porque es buena y llena de gracia; el Señor tiene consigo. Tú sola eres buena entre todas las hembras y Jesús tu Hijo bueno como tú y bendito. Santa María, quiérenos mucho ahora y cuando nos muramos. Amén" 2 2. Estas oraciones se encuentran en el AGI, Santo Domingo, 641. -65-