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Dedicaron grandes extensiones al cultivo del cacao, café y espe– cialmente el tabaco. Los misioneros consiguieron que la Adminis– tración de la Renta del tabaco fuese cosa de los indios, con lo que se multiplicaron las ganancias. El P. Aliaga, Prefecto de esta misión, aseguraba en 1812 sobre los rendimientos del tabaco: "Ha resultado a beneficio del real erario más de un millón de duros y de destruir la natural indolencia de los indios..., todo esto que a nadie más se debe que al celo, actividad, sudores y constancia de los Capuchinos ara– goneses"26. Tampoco descuidaron los misioneros la explotación de la gana– dería. La carne era alimento necesario para los indios. Por eso, el misionero repartía a la mañana a los de su pueblo la ración propor– cional de carne gratuitamente. Para ello se tenían hatos de ganado vacuno y además otro común para toda la misión en los fértiles terre– nos de Cuayuta. Citamos como ejemplo el hato particular del pueblo misional de San Serafín de Tabasca que poseía en 1803 tres mil cabezas de ganado vacuno 27 • 26. Carta del P. Francisco de Aliaga, Cádiz, 14 de enero 1812 (Archivo General de Indias, Caracas, 968). 27. CARROCERA, Buenventura de. "Más datos sobre Maturín", en Missionalia Hispánica, 18, 1961, pp. 268-271. -43-

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