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VI. CIVILIZACIÓN Y PROMOCIÓN HUMANA Ya hemos dicho que el fin primordial del misionero era la evan– gelización de los indios. Pero esto no era algo teórico. El objetivo del misionero era hacer del indígena un verdadero hombre y cristiano a la vez. Y como una tarea previa a la proclamación del mensaje, el misionero se ocupaba de reagrupar a los indios en poblaciones. Labor árdua, dura y llena de dificultades era esta de reducir a los naturales y concentrarlos en una población nueva. No se podía espe– rar a que el indio acudiese al misionero, era éste quien tenía que internarse en la selva y recorrer los ríos para sacar a estos indígenas de su situación primitiva y formar con ellos nuevos pueblos más dig– nos y humanos. La construcción del pueblo era realizada por los capuchinos ara– goneses, con la ayuda de todos los indígenas que lo iban a habitar. Se construía la iglesia, más o menos sólida, la vivienda del misione– ro y las casas de los indios. Eran unas edificaciones sencillas, pobres y prácticas, realizadas con una mezcla de barro con palos o maderas, y cubiertas con hojas de palmas o paja. Algunas iglesias llegaron a hacerse con piedra y cal, a base de la ayuda económica de los gobernadores. Cada nueva población era bautizada con un nombre religioso. El P. Buenaventura de Carrocera ha recogido una lista de 49 poblacio– nes construidas por los capuchinos aragoneses, que ponen de mani– fiesto la gran labor civilizadora y social de los misioneros. En ella se indica la fecha de fundación y el fundador 24 • 24. CARROCERA, Buenventura de., "Misión de los Capuchinos en Cumaná", Caracas, 1968, t.!, pp. 415-418. -37-

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