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V. LOS MISIONEROS Después de describir el marco histórico y geográfico de Cumaná, nos adentramos en la vida y actividades de los verdaderos protago– nistas de esta gloriosa epopeya de evangelización y civilización rea– lizada por los capuchinos de Aragón. Debe quedar claro que el fin primordial del misionero no fue la conquista de las tierras descubiertas por Colón, ni tampoco la civili– zación de sus pobladores. Su finalidad principal fue siempre llevar a los pobladores del Nuevo Mundo el mensaje evangélico e instruirles en las verdades de la fe. El misionero era un enviado de la Iglesia, y al mismo tiempo, del rey que regía los destinos de España, el cual apoyaba su empresa evangelizadora con ayudas económicas. Los misioneros poseían una buena formación. Baste decir que los capuchinos aspirantes al sacerdocio, después de cursar y aprobar aquellas asignaturas que hoy se estudian en el bachillerato, tenían que estudiar tres años de filosofía y cuatro de teología, aparte de otras ciencias sagradas o profanas. A la hora de embarcar, cada misionero se llevaba su pequeña biblioteca. Es curioso recordar lo que Humboldt refiere de la biblio– teca existente en la celda del superior del pueblo misional de Caripe (Cumaná), de la que formaba parte una colección bastante considera– ble de libros, entre los que se encontraba el "Teatro crítico" de Feijó, el "Tratado de electricidad" del Abate Nollet y otros 20 • Fueron no menos de 230 los religiosos capuchinos que ejercieron su apostolado misionero en Cumaná. La casi totalidad de ellos perte- 20. HUMBOLDT, Alejandro·de, "Viaje a las regiones equinociales del Nuevo Con– tinente", t. II, Caracas, 1941, p. 87. -29-

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