BCCCAP00000000000000000001211

Y no contentos con eso, después de haber arras– trado el cuerpo del Padre hasta la casa, le prendieron fuego para disimular su iniquidad, y que creyesen que había muerto por algún fuego casual. Como la casa era pequeña y de madera, ardió toda, quedando los cadáveres sepultados entre las brasas y cenizas, estando así durante tres días. Con eso consiguieron aquellos malvados su intento. Los indios, temerosos de castigo, se huyeron todos a los montes, culpables o no del crimen. Sólo algunos marcharon a Cumanacoa a dar cuenta de lo sucedido. Con estas nuevas mandó el gobernador gente de armas en busca de lo agresores para castigarlos. Fue– ron también otras personas a cerciorarse del hecho y a recoger los cadáveres de las víctimas. Hallaron el pueblo totalmente desierto y la casa del Padre reduci– da a cenizas. Encontraron el cadáver del religioso entero y sin rastro de corrupción; por otra parte, el fuego tampoco había chamuscado su cuerpo, sino sólo algo de su barba, aunque había reducido a ceni– zas el hábito. Al recoger el cadáver, éste comenzó a echar sangre fresca por todas sus heridas. Su cuerpo fue llevado luego a Cumanacoa donde se le dio sepultura. Luego los soldados enviados prendieron a los culpables homicidas, los condujeron a la ciudad donde confesaron su delito, siendo castigados con pena capital. De todo ello se hizo información jurídi– ca y se envió a Roma para que se presentase a la Congregación de Propaganda Fide" 7 • El P. Cariñena da muchos de esos pormenores y añade que los indios que lo mataron, aseguraron había muerto de rodillas con un crucifijo en las manos, haciendo muchos actos de contricción. Y que 7. ANGUIANO, en RIONEGRO, "Relaciones", II, 148 ss. -110-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz