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El año 1634 se llevó a efecto la fundación del convento capuchino, a las afueras de la población, siendo Provincial de Aragón el P. José de Paracuellos. El titular y sello del convento era San Francisco reci– biendo en su cuerpo las cinco llagas de Cristo. A primeros de julio de 1648, los capuchinos se hicieron célebres en toda la comarca, al atender con ardiente caridad a los numerosos enfermos, víctimas de la gran peste que asoló la villa. Muchos reli– giosos murieron contagiados al prestar este servicio. Llama poderosamente la atención el gran número de vocaciones que esta villa de Albalate dio a la Orden Capuchina. En el necrologio del P. Crispín de Riezu, se hace una breve reseña de 54 religiosos capuchinos, hijos de esta pequeña población. Uno de ellos es el P. Miguel del que nos ocupamos en esta biografía. Miguel Vicente Bernad tuvo la gracia de conocer y tratar muy personalmente a los Capuchinos en la iglesia de San Francisco de Asís de su pueblo natal. Se entusiasmó con ellos y con su estilo de vida, hasta que un día se decidió a ingresar en la Orden. Las fechas de este gran acontecimiento para su vida, nos la proporciona el escri– tor Bardavíu y se encuentran en la "nota" que está pegada a la parti– da de bautismo. Dicha nota está tomada del Libro de Registros de la toma de Hábitos del Convento de Capuchinos de Tarazona. Y dice así: "Tomó el hábito el Venerable P, Miguel de Alba– late del Arzobispo, llamado en el siglo Miguel Vicente, en el Convento de Tarazona de los Padres Capuchinos, el día 7 de diciembre del año 1666, de mano de Fray Diego de Rudilla"'. Una vez concluidos sus estudios en la Orden y ordenado sacer– dote y predicador del evangelio, tuvo la gracia de ser destinado a las misiones. 2. BARDAVIU PONZ, V., "Historia de la antiquísima villa de Albalate", Zarago– za, 1914, p. 245. -106-

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