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[236) CAPÍTULO IX Francisco y Clara. Había mucha luz, varios cirios muy cerca del cuerpo y hermosos arreglos florales. Al entrar en la capilla entonamos el canto «Yo soy el pan de vida», mientras las hermanas se acercaron una por una al cuerpo; y una de las hermanas del grupo de teología, Clara Rodríguez, le dio las gracias por su entrega a la Orden y a esta Casa de Formación. Enseguida iniciamos la celebración eucarística, presidida por el P. Bustamante y animada por los cantos que los jóvenes entonaban. Habíamuchas lágrimas. En ese momento celebrábamos la Eucaristía por el P. Jaime; su cuerpo frío e inerte nos hacía recordar que el día anterior, en ese mismo lugar, nos había dado la bendición con el Santísimo Sacramento. El P. Arturo Bustamante, Asistente espiritual nacional de la OFS por parte de los Hermanos Menores y por haber trabajado en algunas ocasiones con el P. Jaime, también Asistente espiritual nacional, resaltó en su homilía, que el padre sobresalió por su sencillez y humildad, siempre se hizo igual a todos, tanto con los jóvenes, como con las demás personas. Estuvo entregado a la Orden Seglar Franciscana hasta sus últimos días: Así lo mostró en el VI Congreso Latinoamericano OFS– füFRA, celebrado del 14 al 20 de septiembre, enMéxico; y una semana después asistió al Capítulo nacional de laOFS, enEl Cubilete, Guanajuato. Respecto a su enfermedad dijo, que la sufrió en silencio; y el P. Bustamante (como médico que es) tenía conocimiento de lo que signi– ficaba teneruna úlcera; sinembargo, el P. Jaime nunca se quejó, ni buscó tratos especiales. Al terminar la Eucaristía, el P. Bustamante colocó sobre el ataúd, a los pies del cuerpo, una estola y un cáliz, signos que estuvieron siempre presentes, hasta el momento que fue llevado al cementerio. Después de laEucaristía fue velado por turnos de grupos de hermanas. Avanzadas las primeras horas de la mañana, el P. Jesús Arrondo

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