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__________ E_r_, D_ÍA_Y ___ LA'----"-H...::..O=RA=--=---------------1@ capellanía de Tepojaco, a celebrar la Eucaristía con hermanas Capuchi– nas de este monasterio, a diez minutos de carro de nuestra residencia. "Sean puntuales -les había dicho- porque tengo mañana tengo mucha tarea". Viernes, 1 de octubre En tomo a las 7, cuando suena el timbre de lapuerta de los hermanos, el P. Jaime no está preparado para montar en el vehículo que conducía la abadesa, Madre Angélica, para llevar al celebrante. Cosa extraña, porque el P. Jaime, ya para esta hora, de ordinario había estado un rato en la capilla de las Hermanas. La Madre Angélica Hemández L. ha tenido que acudir a la puerta contiguade las Hermanas; y por allí accede a la parte de la vivienda reservada a la fraternidad. LaHermanaMiriamde laLuzGonzálezC., que andabapor la cocina, encargada del servicio de los hermanos, acude a la puerta del P. Jaime, y golpea suavemente: - ¡Nuestro Padre Jaimito... !, ¡Nuestro Padre Jaimito... ! (Lo cuenta la hermana con una delicadeza y exquisita dulzura imposible de recoger). El P. Jaime no responde. - Yo siento que a nuestro Padre le pasó algo - dice Miriam a Madre Angélica. - ¿Por qué? - Porque no me abre y él siempre abre. - Toque más fuerte, que no habrá oído. Miriam insiste, y la voz del P. Jaime responde: - ¡Adelante! La hermana entra, y, atónita, contempla el espectáculo: el P. Jaime acostado, cubierto hasta la barbilla, con el rostro con sangre: nariz,

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