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CAPÍTULO IV Muy estimado Padre General: El domingo próximo pasado, día 25 de agosto, el P. Lázaro Iriarte me comunicó por teléfono que era voluntad de usted y del definitorio que acepte la responsabilidad de Asistente General de la Tercera Orden, o Fraternidad Secular Franciscana. A la pregunta del P. Lázaro sobre si tenía alguna objeción de fondo o de principio, respondí que no, en cuanto que soy religioso y estoy dispuesto a obedecer; pero creo que es un deber de conciencia para mí el hacer algunas observaciones. No tengo experiencia de trabajo con la Tercera Orden, a nivel provincial o nacional. Puede ser que mis opiniones sobre apostolado seglar y mi experiencia en este campo sean poco adecuadas para la tarea que debo realizar con la Tercera Orden. Gran parte de mi vida sacerdotal ha estado dedicada a los sacerdotes seculares y a las religiosas. Los últimos cinco años he estado al servicio de la Conferencia Episcopal Colombiana en el departamento del Clero. He solicitado, es verdad, un año de estancia en Roma, para estudiar un poco de Franciscanismo y poner en orden y redactar unas notas sobre problemática del sacerdote colombiano, al mismo tiempo que me reintegro un poco a la vida conventual; pero antes de dejar Colombia hice promesa formal al Presidente de la Conferencia Episcopal Colom– biana de regresar, incluso antes de un año, si los Superiores ven bien que continúe mi trabajo en Colombia. Ciertamente estoy dispuesto a dejar este mi camino, si es mayor servicio de la Iglesia y de la Orden el que lo haga. Así se lo manifesté también al P. Provincial de Navarra con ocasión de una invitación que recibí de los hermanos de esta Provincia de Navarra que han fundado en Quito un Instituto de Antropología Pastoral. Pero estoy personalmente convencido de que tanto en el caso de la TerceraOrden, como en el caso del Instituto de Antropologíapuedemuy

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