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seguridad a cada hermano y que puede también ofrecer al mundo un ejemplo de solidaridad; - superar las divisiones étnicas, lingüísticas y nacionales; - ser una voz con aquellos que no tienen voz; - estar atentos a las repercusiones que soluciones propuestas tengan sobre nuestra hermana, Madre-Tierra; - saber denunciar las políticas y las prácticas injustas. Citando de nuevo el episodio del leproso 94 , se explica en esta proposición la hermosa teoría espiritual de "las relaciones redimidas". Ese es justamente el núcleo de la minoridad y de la itinerancia, unas relaciones redimidas, humanizadas, plenificadas, dentro de la limita– ción histórica. Entender la minoridad como "relación redimida" es la mejor manera de entenderla. Y, claro está, para fundamentar la acción en materias de Justicia y Paz, esta espiritualidad de las "relaciones redimidas" es simplemente imprescindible. Para ello el CPO da aquí nueve piestas: • La reconciliación: Una realidad que siempre ha de estar en nuestro punto de mira. Somos una Orden, por razones de minori– dad y no tanto de apostolado, que hace de la reconciliación (la social sobre todo y la religiosa también) su modo de evangelizar. • La mediación: favorecer el entendimiento de los pueblos "entre las partes en conflicto". Es preciso aprender a leer los conflictos (dificil trabajo que requiere una gran preparación) y decidirse a mediar 95 • • Eldiálogo: como manera de expresar los propios puntos de vista sobre los conflictos. No se tratade serjuez, sinomediadorparaque 94 Notemos que este topos franciscano es el más citado en este CPO. Cf F. AlzPURÚA, "Ylos traté con misericordia" (Test 2). Una lectura social del icono del abrazo del hermano Francisco con elleproso'; en Selecciones de Franciscanismo, 97 (2004) 47-62. 95 Posiblemente el franciscano sea una de las personas mejor "situadas" para hacer media– ción por su lejanía de intereses económicos, políticos u otros.
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