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- que surja de la realidad y nos lleve a la acción (amor compa– sivo y compasión internacional); - que en vez de hablar, sea el lugar donde escuchar a Dios en el Evangelio y en los pobres. Por eso actuemos de modo que: - la animación de la formación permanente ayude humildemen– te a reconocer la necesidad de aprender de nuevo el camino de la contemplación; - cada Conferencia de la Orden cree un espacio para el cono– cimiento, la práctica y el amor por la contemplación franciscana; - en el capítulo local se hable sobre el uso del tiempo y de las actividades que ¡:::uedan eliminarse para tener el tiempo nece– sario para la oración contemplativa; - según nuestra tradición, se prefiera la meditación sobre los misterios de la encarnación y de la cruz. - las experiencias eremíticas no han de reforzar en nosotros un estilo de vida monástica, sino que sean sobre todo un caminar hacia la mirada contemplativa en medio del mundo. Siguiendo con el tema de la oración, se da aquí a nuestro modo de ver, una espiritualidad interesante para la construcción de un nuevo estilo de oración: la contemplación se hace vuelta a la vida, en diálogo con la historia, en mezcla con las situaciones reales. Para una tradición orante que ha creído que orar era retirarse del mundanal ruido no solamente como técnica de ahondamiento sino como simple desentendimiento, estas sugerencias pueden resultar interesantes. Se mantiene los modos de la oración contemplativa cuando se dice que este tipo de oración "histórica" se hace "especialmente a través del ejercicio comunitario de la oración silenciosa". Aunque sea oración silenciosa, personal, es ejercicio comunitario, un lugar donde la ayuda comunitaria puede ser eficaz y necesaria. Se proponen dos iluminaciones históricas: a) los primeros capuchi– nos hicieron su oración en el silencio pero abiertos al mundo, contem– plado los misterios de Jesús sin olvidarse nunca de los pobres. Las dos

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