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ramos también el alquiler temporal de su uso, la venta, la donación, según los lugares y necesidades. 27a: Hay también otro término que creo interesante: tal vez por primera vez en un documento oficial se dice una evidencia: que los capuchinos somos propietarios. Creo que es hora de bajarse de falacias jurídicas o de planteamientos románticos sobre la pobreza que no corresponden a la realidad. Somos propietarios y, creo que se puede decir, propietarios celosos de su patrimonio. Y si es así, de ese modo habráque asumirlo. Se pide a los hermanos que se hagauna"reconversión" (qué dolorosas son) cuando nuestros bienes "sobrepasen las exigencias de la fraternidad o absorban un cuidado exagerado". El criterio es genérico pero susceptible de ser aplicado 70 • Para reconvertirlos propone como caminos los del alquiler, la venta y la donación. Quizá sea el segundo el más usado porque de él se derivan beneficios económicos; el alquiler es mirado como cosa complicada; la donación, aunque se practica, creemos que no tiene muy buena prensa entre los hermanos. b. Optar por casas pequeñas con un número adecuado de hermanos, casas insertas en zonas periféricas que vivan de su trabajo, puede constituir una traducción práctica de nuestra rTínoridad e itinerancia. 27b: De una forma moderada se dice que las fraternidades pequeñas, en zonas periféricas y vivier.do de su trabajo "pueden constituir" una traducción práctica de laminoridad y de la itinerancia. La expresión, tan débil, puede reflejar la desconfianza más que el apoyo a tales modos de presencia. Al menos en Europa la Orden no ha asimilado la espirituali– dad de las pequeñas comunidades. Si tiene ese tipo de fraternidades es más por razones del poco número de hermanos que por una opción. Y desde luego, la situación de estos últimos años en este tema nada tiene que ver con lo que fue en los albores del Concilio. La Orden, como 7 ° Cuánto trabajo de nuestros provinciales y definitorios gira en torno a los inmuebles y sus probler:rns.