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He aquí un punto importante que "colea" desde hace años y que siempre sale a relucir cuando se trata de cuestiones de pobreza o de minoridad. Pero quizá el asunto está en que no se considera nuestros bienes inmobiliarios como "estructuras" sino como bienes. Aquí se habla de esos asuntos (casa, iglesias, conventos, jardines, bibliotecas, etc.) como estructuras. Darle un tratamiento estructural sería la "salva– ción". Pero lo que propone este número es más bien una revisión. No sé si esta postura va a ser suficiente. Entre las cualidades que deben reunir nuestras "estructuras" 68 (sencillas, flexibles, de moderado volumen, lejos del dominio y del dinero, de poco prestigio) hay una que se sugiere cuando se dice que "el hermano menor sabe vivir en laprovisionalidad". El término provisional salió algunas veces en los debates del aula. Pero siempre que salía era rápidamente descartado y hasta se ironizaba algo sobre el tema 69 • Lo provisional no gusta a los menores. Y, sin embargo, la provisionalidad es síntoma claro del vigor minorítico. Cuando la Orden abandonó la provisionalidad, y la abandonó enseguida, empeza– ron los problemas con la minoridad; la cosa se solucionó "pensando" la pobrezamás que viviéndola. Pero bien está que aparezca en el documen– to final la palabra provisionalidad (único uso). a. Interroguémonos concretamente sobre las estructuras de las que somos propietarios: iglesias, conventos, jardines, obras de arte. Preguntémonos si el uso que hacemos de ellas está conforme con nuestra vocación de menores e itinerantes. Cuando tales bienes sean superiores a las exigencias de la fraternidad o absorban un cuidado exagerado, estudiemos soluciones para reconvertirlos en finalidades útiles a la iglesia, a los pobres y a la sociedad. Entre estas soluciones conside- 68 Creo que la identificación de nuestras casas, por ejemplo, con estructuras, es un sofisma: la estructura, el sistema, es algo de un tratamiento dificil y que exige planteamientos de gran calado a nivel institucional. 69 El hno. General calificó al trabajo de A. ZANOTELLI, misionero comboniano en un barrio de Nairobi, trabajo en el basurero de la ciudad, en un ambiente de pobreza suma, como "provisional". El tal misionero estuvo allí ¡doce aíios!

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