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denominar lo que queremos porque, como decía el sabio, "las palabras que no son exactas hieren el alma". 22. C:1ando el poder se convierte en abuso Independientemente de quienes seamos y de la posición que tengamos, todos poseemos un cierto tipo de poder. Esto puede tener un aspecto positivo, de animación y de creación, si lo ponemos al servicio de los demás o puede convertirse en motivo de corrupción y, por consiguiente, de destrucción. El dominio y la explotación de los demás se manifiesta y tiene consecuencias no sólo en su aspecto visible y físico, sino también en la esfera psicológica y emotiva de la vida humana. Y es aquí donde se encuentran las heridas más profundas y las cicatrices que no se curan: - Acios deliberados de violencia, lenguaje despectivo, amena– zas directas o indirect as jamás deben formar parte de la vica de un hermano menor. - La explotación sexual o el abuso de otra persona es una ofensa más grave contra la minoridad franciscana que contra la :::astidad. - Participamos pasivamente en actos de abusos y de degrada– ción de los demás cuando aceptamos la violencia y el sexo ex::,lícito como formas de entretenimiento. Es evidente que una de las realidades más corruptibles de la historia es el poder. Eso mismo afecta a la vida del capuchino. Por eso, rápidamente fue consensuada esta proposición en tomo a la corrupción del poder. Y se quiso poner el acento no sobre todo en la corrupción del poder en las formas toscas de autoritarismo o de opresión sino en esas otra más sutiles de "la esfera psicológica y emotiva de la vida humana" menos fáciles de detectar y de demostrar pero tan destructivas como las otras. El CPO ha delimitado tres campos, muy actuales por cierto, a la ahora de contnlar la corrupción del poder: • la violer,cia en el lengu[!/e despectivo, amenazante o poco claro

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