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buena lógica evangélica y franciscana no se llegará nunca tener que utilizar la fuerza la autoridad. Más aún, habría que llegar a "desterrar" ese supuesto de la fuerza de la autoridad. Si no, es querer y anhelar la nueva relación menor teniendo en el trasfondo la idea de que eso es imposible, al menos en algunos casos. 21. Cometido del ministerio fraterno de la autoridad Recordando las Admoniciones de Francisco (cfr. Adm 111 y IV), de la Carta a un ministro y de la Carta al Hermano León, alimentamos el conocimiento de que el ejercicio de los minis– terios fraternos es una provocación constante al crecimiento de cada uno y de la fraternidad en una libertad comprometida en seguir a Cristo. Es tarea del ministerio fraterno favorecer el crecimiento de la responsabilidad personal en la vida fraterna; promover y sostener la unidad y la comunión entre los hermanos; reconocer los dones presentes entre nosotros, instar al amor mutuo e inclusivo en las relaciones de todos aquellos que se encuentran y sostener a los hermanos en su camino de conformación con Cristo humilde y pobre. A este respecto los ministros favorezcan de todos los modos el discernimiento común de la voluntad de Dios, la corres– ponsabilidad, el diálogo fraterno, la programación comparti– da, la subsidiaridad y la solidaridad. Instrumento fundamental e irrenunciable de esto debe ser sobre todo el capítulo local. Además fomenten la escucha de los hermanos, la acogida del camino de cada uno, recordando las palabras con las que Francisco describía los ministerios fraternos: Visitar, exhor– tar, amonestar y corregir {Rb X, 2). Aquellos que sean propuestos para desempeñar funciones de autoridad sean en todo y para todo ministros y siervos de los hermanos, sin dominar en las relaciones fraternas, evitando cualquier parcialidad. En el espíritu del mutuo servicio no se apropien de los cargos y manifiesten de hecho aquel sano desapego de su función que hace posible el servicio desinteresa– do, recordando lo afirmado por Francisco (cfr. Adm IV).

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