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• parece así mismo obvio que el CPOdigaque "el primado de lavida fraterna" es nuestra primera forma de apostolado. Si se quiere hacer esto verdad hay que revisar muchas formas de evangeliza– ción que colisionan con la vida fraterna y en la que ésta sale derrotada. Además, hay que pensar no tanto en la colisión de horarios sino en la desconexión de los trabajos de evangelización con el hecho fraterno. ¿Por qué están desconectados? ¿Por el individualismo del hermano, por la cerrazón de la estructura, por la desconexión con el hoy social, etc.?; • también resulta evidente para muchos que en los trabajos de evangelización haya una "participación fraterna". Pero el proble– ma está ahí porque, en la mayoría de los casos, la evangelización la gestionan los evangelizadores, quienes trabajan en pastoral, quedando, con frecuencia, la comunidad al margen. ¿Cómo hacer una evangelización integrada e integradora a la verdad comunita– ria del hecho fraterno franciscano?; • parece que se topa con el Derecho 32 en el conflicto de la designación de cargos y servicios cuando el CPO dice que han de ser accesibles a todos los hermanos "sin ningún tipo de distinción ni reserva". Es preciso caminar en la dirección de esa utopía (es paradójico que lo sea en una realidad fraterna), dando los pasos, pequeños o grandes, que sean posibles; • vuelve el CPO como cauce insoslayable para la igualdad fraterna el principio, tantas veces repetido, del servicio compartido por cadauno "enbase a su vocación". Esto que resulta verdadero tiene su riesgo, pues la determinación de la vocación personal hace que, en no pocos casos, algunos hermanos se sientan eximidos de tareas onerosas, tales como las domésticas 33 • Siempre habrá que 32 Y con la inveterada costumbre, no lo olvidemos. 33 "Tal era mi estado de ánimo [de Camila] cuando terminamos lavar los platos después de la comida. Miraba el acucioso actuar de Luciano en la cocina y recordé que antes yo solía

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