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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ ESPÍRITU SANTO, VEN El sol está en tu vereda y la paloma está blanca porque nunca se le acerca. ¡ Cómo inunda tu Espíritu divino la soledad callada de mi aldea en un silbo infinito en que me airea, enajena y alumbra mi camino! Yo voy soñando, errante peregrino, esa luz de tu Ser que me rodea, me enamora, me hechiza y me recrea y endiosa totalmente mi destino. ¡O luz que abrió mis ojos aturdidos al misterio profundo del amor y ha dejado mi espíritu inflamado! ¿Qué buscarán ansiosos mis sentidos que no sean tu luz y tu esplendor? Me dejaste, Señor, desconcertado. CANCIÓN 42
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