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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ POR LA SENDA SECRETA No preguntéis dónde vierte su vino añejo la copa; calle abajo lo pregona el cántaro de mi abuela. Escondido del sol, hombre callado, vas siguiendo tu vida cotidiana por el claustro secreto donde mana un río de silencio derramado. En ti madruga el día alborozado abrazando en su luz tu alma cercana; contigo va la paz alta y humana, centinela de Dios enamorado. Ebria va tu jornada cada día, prieta de afán y de servicio hermano, por la senda secreta del Amor. Que ese cielo perenne de alegría, colgado en tu semblante franciscano, sea el beso perpetuo del Señor. CANCIÓN 32

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