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0D NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ Penetró por sorpresa como brisa de amor que invade por la noche solitaria las estancias secretas de la vida, señora de las aguas profundas, con fuerte poderío que enajena, cautiva y deja presos los sentidos. Cerraste las ventanas, las puertas, los pasillos; pusiste en las murallas de mi aldea centinelas guardando los caminos, y abriste una luz nueva, purísima y extraña, más hermosa que el sol de mediodía, y el vino de tus odres me embriagaba. En la noche callada me invadiste, Señor, y, a toque de sirena, se alejaban los sueños que forjaron mi existencia, las ansias de placeres, los títulos de gloria, dejándome cautivo en tu presencia de Amor que me cautiva. En la noche callada tu presencia selló mi corazón eternamente.
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