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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ ESE TOQUE DIVINO El paso de Dios por el alma deja como un eco insistente y suave que arrebata el sentido. El espíritu queda añorando dulcemente la presencia del Amado, el beso que cautiva y enamora. La resonancia de Dios fue el eco de tu Palabra. ¡Cómo se empina la brisa para poder escucharla. ¿Por qué senda secreta has descendido al valle sosegado de mi vida y has dejado a mi alma estremecida con el toque de amor que le has herido? Un río de aguas nuevas has vertido en mi vieja vasija endurecida y se ha quedado vibrando a tu partida un eco que arrebata mi sentido. ¡ Oh luz resplandeciente de alborada, espejo del remanso donde aflora su sonrisa perfume de azucena! Devolvedme el sol de su mirada, el beso que cautiva y enamora y ese hechizo de Dios que me enajena. CANCIÓN 27

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