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NÉSTOR ZUBEIDÍA BARSELÓ A LA BÚSQUEDADE DIOS Romeros del Infinito son los sueños del Amor. él se sabía un camino: la senda que lleva a Dios. CANCIÓN 18 Álamos plateados de mi aldea que cortejáis la senda amanecida donde mi alma navega seducida por el silbo amoroso que os recrea. Cuando vuelva mi Amor, el que os orea en la noche secreta y sumergida, decidle que ha dejado mi alma herida, que lo añora y ansioso lo desea. ¡Oh brisas que calmáis el fuego ardiente en la tarde desnuda del estío con un beso de Dios en primavera, Refrescad esta hoguera vehemente que me abrasa y ahoga en poderío donde muero de amor en alta espera!

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