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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ EL SEÑOR RESUCITADO En este soneto el alma hace un balance de su vida consagrada. En ella ha experimen– tado noches dolorosas de oscuridad desde la fe desnuda, y días de luz penetrante de los misterios de Dios. Como centro de lamisma, aparece la figura de Jesucristo a quien la persona, en el puerto de su tránsito de esta vida a la Nueva Ciudad, entona gozosa la balada a Jesús Resucitado. Ingeniero del mundo y su Señor. "Si la montaña supera la cima de mis deseos. contemplaré tu mirada en las haldas de tu cielo". Yo sé que hasta el ocaso de mi vida me agitarán las noches de la nada y, otras tantas, la luz de tu mirada alumbrará mi mente oscurecida. Esta vieja guitarra estremecida quiere cantar su última balada CANCIÓN 6 frente al puerto de Dios, ciudad sagrada, como un himno de fe resucitada. Es el cerebro de toda criatura el que ingresa y recrea lo ideado en la mente sutil del Creador. Los cielos y la tierra, en su hermosura, son un himno a Jesús Resucitado, ingeniero del mundo y su Señor.

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