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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ 149 Hoja dorada de otoño, deja que te lleve el río; las lágrimas del invierno, ¡ay!, son ramitas del alma que brotan en tu camino. 150 Muy larga va la vereda que te lleva entre deseos; los caminitos del alma sólo los alfombra el tiempo. 151 En el cielo las gaviotas, y la brisa por el mar; mi corazón, brisa y ave, acariciando tu hogar. 152 Se me ha caído una estrella al valle de tu amistad; luna y sol se están besando por toda la eternidad. 153 Cangilones de lágrimas verterá mi noria cuando te vayas, y zarcillos de rosas traerá mi río a tu llegada. 154 Todo estaba quieto en tu mirada: la sonrisa del tiempo, tu última lágrima.